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por Lord Stannis Baratheon Miér Abr 16, 2014 1:59 am

por Lord Stannis Baratheon Miér Abr 16, 2014 2:12 am

El heraldo estaba nervioso, las proclamas que le habian dado eran muy importantes para su señor y para la gente que habitaba en Bastión de Tormentas. Ya solo con poner la primera de las 4 proclamas le temblaban las manos, cuando colocara la ultima no sabia si iba a tenerse en pie de la tensión que cohabitaba con el en su cuerpo. El martillo pegaba contra el clavo con fuerza:

Lord Stannis hace saber que Davos Seaworth, reconocido contrabandista ha pagado por sus crimenes; perdiendo los falanges de todos los dedos de su mano izquierda. Ha jurado fidelidad a la casa Baratheon y por sus servicios durante el asedio del Bastión de la Tormenta ha sido nombrado Sir. Por lo que ahora sera conocido como Sir Davos Seaworth, habiendo escogido para su blasón familiar un cebolla sobre un barco negro.
Ademas ha sido nombrado Lord Almirante de la casa Baratheon y Consejero de Barcos.

por Lord Stannis Baratheon Miér Abr 16, 2014 2:26 am

La gente se estaba empezando a arremolinar alrededor del heraldo, para ver las nuevas. Despues de la primera sorprendente proclama, este acontencimiento estaba siendo lo mas entretenido que estaba pasando en el castillo durante los largos y tediosos años de asedio.

Lord Stannis hace saber que Lord Cortney Penrose, señor de la casa Penrose, por su conocida habilidad como comandante de hombres y como recompensa por su fidelidad a la casa Baratheon ha sido nombrado Lord Comandante de la Guarnición de Bastión de Tormentas.

por Lord Stannis Baratheon Miér Abr 16, 2014 2:40 am

La ultima noticia hacia que el populacho estuviera contento, Lord Cortney Penrose era muy querido por la gente. Seria un buen comandante de la guarnición, duro y severo pero inspirador para sus hombres.
Mientras la gente estaba entretenida con esto, el heraldo sudando la gota gorda con el calor que hacia en el patio seguia con su trabajo.

Lord Stannis hace saber que ante los recientes acontecimientos, tanto las casas vasallas Connigton y Caron son declaradas traidoras a la Casa Baratheon. Que segun todas las leyes de poniente, el unico castigo para las casas que rompen las promesas de vasallaje es el exterminio total de todos sus miembros y el olvido de sus nombres en los anales de la historia.
Que cualquier persona de estas familias, tanto señor como vasallos que no se unan a la rebelion de estas dos casas y sigan cumpliendo su deber hacia la casa Baratheon no seran ejecutados; ya que no seran considerados unos quebranta juramentos.
Lord Byron Caron hasta nuevo aviso es invitado de las mazmorras del Bastion de Tormentas hasta que tenga su juicio por traición.

por Lord Stannis Baratheon Miér Abr 16, 2014 3:01 am

La gente estaba asombrada, se esperaban que los Connington fueran una casa sin honor; con el señor que les gobernaba. Que habia sido deshonrado ya una vez por su inutilidad y decepción a la corona.
Pero no podian esperar que Lord Byron Caron fuera tambien una persona sin honor que no sabia mantener sus promesas ni cumplir su deber, que decepción. Merecia la muerte como perro traidor que era.
El probre heraldo casi habia terminado, solo le quedaba la proclama mas sorprendente de todas, no sabria si la gente lo aguantaria o no, solo los siete podran decirlo.

Lord Stannis Baratheon, señor de Bastion de Tormentas hace saber:
- Rechaza formalmente la oferta de paz propuesta por Lord Rhaegar Targaryen; por ser considerada indigna e insuficiente; sobre todo, despues de ver como han conspirado ha mis espaldas para hacer que mis vasallos se le unan a él, rompiendo sus votos de vasallaje; antes incluso de que pudiera dar una contestación formal a su oferta de paz.
La casa Baratheon no se rendira, aunque tenga que luchar ella sola en busqueda de la justicia, porque no olvidan los juramentos hechos, ni el deber, ni al pueblo que han jurado defender.
- La unica manera de aceptar una paz con los Targaryen es que se haga justicia. Que se forme un consejo con los cabezas de familia de las ocho grandes casas y se juzque al Rey Aeris y a Lord Rhaegar por sus crimenes. Asesinato sin justificacion de Lord Rodrick Stark, Lord Brandon Stark y de todos los caballeros que los acompañaban; el secuestro, violación y asesinato de Lady Lyanna Stark, prometida de mi ya fallecido hermano, Robert Baratheon.
- La casa Baratheon en ningun momento ha mostrado publicamente su deseo de sustituir a la casa reinante en el trono de hierro; solo pide la justicia real hacia las mismas personas que deberian cuidar de ella; por no cumplir con la ley y provocar una guerra que ha provocado mucho dolor y sufrimiento en poniente. No son dioses, solo reyes que se deben a sus vasallos y a su pueblo.

El heraldo ya podia descansar en paz, habia cumplido su trabajo. La gente estaba emocionada y sorprendida a la vez; sabian que Lord Stannis era duro pero ahora tambien veian que era justo y honorable; la gente se habia olvidado del hambre y la desesperación, solo pensaban en la justicia.

por Lord Stannis Baratheon Jue Abr 17, 2014 6:49 am

El pobre heraldo no ganaba tanto como lo que se veia obligado a trabajar, un mendrugo de pan y un trozo de cebolla al dia. Ultimamente no paraba; era hora de que la gente viera la respuesta de Lord Stannis Baratheon al sucio traidor que alguna vez se hizo llamar caballero.

Lord Stannis, señor de Bastion de Tormentas y verdadero señor de la casa Connington hace saber:
La casa Connington es vasalla de la Casa Baratheon; fue una de las casas que han apoyado a la casa Baratheon en la rebelion. Por lo tanto, se ha pasado al bando del criminal Rhaegar sin avisar a su legitimo señor, rompiendo siglos de vasallaje por derecho e inclumpiendo todas sus promesas.
Ademas tiene la desfachatez de ofrecerme un combate singular a la luz de los siete, con el; Jon Connington, una persona sin honor, un rompejuramentos; al cual el antiguo rey habia desterrado por su de todos conocida inutilidad como mano del rey.
Despues de que una persona sin derecho a gobernar le devolviera el exilio, traiciona a mi casa y encima me ofrece lo que ya es mio por derecho; si yo gano, el no vestiria el negro como una persona de honor sino que se largaria tan tranquilo, sin ninguna consecuencia sobre su persona.
Por ello, declaro que jamas me dignare a tener un duelo con una persona tan inferior a mi y carente de todo honor, que ya por la verguenza de haber sido exiliado tenia que haber vestido el negro.

por Lord Stannis Baratheon Sáb Abr 26, 2014 8:54 pm

El sol se había escondido cuando uno de los hombres a su servicio entro en la habitación sin avisar
-Ya está todo preparado milord- Anuncio. Parecía asustado y un tanto confuso.
-Perfecto- Dijo Stannis Baratheon. Su rostro continuó impasible mientras cruzaba la habitación.
El señor de Bastión de las tormentas comenzó el camino que lo separaba del patio mayor de la fortaleza. Observó como los soldados se afanaban en reparar los daños sufridos durante los combates de los días anteriores.
Un hombre se acercó a él. Era Davos, el contrabandista. Había demostrado ser un importante activo en la batalla naval contra la flota de los Connington. Stannis inclinó la cabeza como señal de deferencia a la reverencia que recibió como saludo. El marino se colocó unos pasos detrás de él.
-Mi señor- su voz siempre era pausada, llena de respeto -Se han seguido vuestras ordenes, pero la gente parece alterada
-¿Alterada?- susurró Lord Stannis -Deberían estar esperanzados...
Por fin llegaron al patio principal. Un hombre vestido de rojo exhortaba a la multitud desde la parte más alta de la pira que se había levantado en el centro de la plaza. Su discurso parecía inspirado por los dioses, pero como decía solo había un Dios. "El señor de la Luz, El Corazón de Fuego"
-Esas fueron las palabras- recordó Stannis
Días antes había estado a punto de romperse, de darlo todo por perdido, pero fueron las palabras de aquel hombre las que le habían mostrado el camino a seguir:
"Fuego"
El fuego se alzó y los barcos ardieron.
"Fuego"
Ese hombre era el verdadero artífice de su estrategia, y su dios su inspiración. Su discurso era cada vez más apasionado y los curiosos que se contaban por cientos no separaban sus ojos del hombre de la túnica roja.
-Es el momento- Anunció Lord Stannis. -Traed al prisionero.
Un septón se acercó con cara de pocos amigos al señor de las Tierras de la Tormenta.
-¡Mi señor!- gritó para que todos pudieran oírle -¡Mi señor! ¡Está cometiendo un terrible pecado! ¡No se confunda Lord Stannis!
-Encerrad al anciano- ordenó Stannis a los guardias
La multitud comenzó a susurrar.
-Pueblo de Bastión de la Tormenta.- dijo alzando la voz -Hoy es un gran día. Ayer rezábamos a dioses que hacían oídos sordos a nuestras plegarias ¡Hoy los rechazamos!- Avanzó hacia la primera línea de curiosos y señaló la pira, donde en vez de troncos se habían colocado las figuras y efigies de los siete, arrancadas de los septos.
-Hoy abrazamos una nueva fe. Un nuevo Dios. Un Dios que escucha nuestras voces de auxilio. R'hllor, Señor de la Luz.
Un piquete de la guardia atravesó el patio con el prisionero. Jon Connington vestía una túnica roja, pero su porte no tenía comparación con la del sacerdote que se encontraba junto a la pira. Este emanaba majestuosidad y respeto, el señor de Nido del Grifo parecía demacrado, empequeñecido.
-Gracias al Dios Rojo hemos derrotado al invasor- continuó Stannis - Y su sacerdote aquí presente habla por él.
Conington fue subido a la pira y atado al tronco que se alzaba en el centro.
-He ordenado quemar a los dioses que nos dieron la espalda, renuncio de ellos y de su autoridad- Algunos miembros del pueblo gritaron animados, pues el sacerdote era conocido y sus fieles se habían multiplicado durante el asedio -Que ardan, que ardan ante R´hllor. Y que el fuego sirva como castigo al traidor.
El sacerdote bajó de la pira mientras los soldados que habían atado al prisionero derramaban aceite sobre los dioses de madera. Cuando hubieron finalizado, también bajaron. Fue entonces cuando el silencio se hizo absoluto, casi opresivo. El sacerdote rojo se acercó y lanzó una antorcha que extendió sus llamas rápidamente sobre la madera empapada.
-Aléjanos de la oscuridad, oh, Señor- Comenzó a recitar- Inflama nuestros corazones para que podamos recorrer tu camino luminoso. R´hllor, tú eres la luz de nuestros ojos, el fuego de nuestros corazones, el calor de nuestras entrañas. Tuyo es el sol que calienta nuestros días, tuyas las estrellas que nos guardan en la noche oscura... Señor de la Luz, defiéndenos. La noche es oscura y alberga cosas aterradoras.
Las llamas empezaron a quemar las ropas de Jon Connington que comenzó a gritar aterrorizado. Su voluntad y su orgullo se habían quebrado.
-Señor de la Luz, protégenos- se alzaron algunas voces.
Los aullidos de dolor sustituyeron los alaridos de terror del prisionero, las ampollas cubrían su piel mientras el fuego devoraba poco a poco su carne. Pero la voz del sacerdote rojo se alzaba por encima de los gritos y el crepitar de las llamas.
-R´hllor que nos concedes el aliento, te damos las gracias. R´hllor que nos concedes los días, te damos las gracias
-Te damos las gracias por el sol que nos calienta. Te damos las gracias por las estrellas que velan por nosotros. Te damos las gracias por el fuego de los hogares y las antorchas que mantienen a raya la oscuridad- El mismo Stannis se unió a las plegarias.

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