JUEGO DE TRONOS UNA HISTORIA DIFERENTE
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Noticias de las Islas de Hierro

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Mensaje por Jarl Chedrak Miér Abr 16, 2014 12:42 pm

Rohald caminaba lentamente de nuevo al Septo. Ser el único representante de los Siete en las Islas de Hierro no era desde luego tan agotador como pudiera parecer. La mayoria de los isleños adoraban a otro dios. El rollizo septón nunca se había preocupado mucho por dicha costumbre. De vez en cuando los veía en la playa arrodillados, y como ninguno de ellos acudía a rezar, había decidido ignorarlos. Muy de vez en cuando algún mercader acudía a poner en paz su corazón o a rezar en alguno de los altares. Para Rohald vivir en las Islas de Hierro sería un apacible retiro.

Un jinete entro a galope tendido en la calle principal de Puerto Noble. la librea de su tabardo era negra con un kraken dorado sobre su pecho. Un hombre de los Greyjoy, probablemente vendría de Pyke donde Lord Balon había reunido a todos los nobles. los puertos de la isla estaban abarrotadas de naves de guerra, recias y veloces. el propio Rohald había perdido la cuenta esa misma mañana contando los mástiles de las embarcaciones mientras daba su habitual paseo matutino.

El septón siguió a la gente que acudía a la plaza mayor, donde el jinete se había subido al estrado. El joven pidió silencio, parecía ser un heraldo.

-¡Ciudadanos  de Puerto Noble!-  gritó con una voz poderosa el muchacho -¡Ciudadanos de Puerto Noble!

Espero un rato hasta que la multitud se congregó a su alrededor.

-En este día Sube al trono de Piedramar el rey Lord Balon Greyjoy, Rey de las Islas del Hierro, el noveno de su nombre desde el Rey Gris, Rey de Sal y de la Roca, Hijo del Viento Marino y Lord Segador de Pyke.

La multitud comenzó a murmurar agitada, aunque el ánimo de los presentes comenzó a subir burbujeante como la espuma del mar.

-Hoy mismo partirá con sus hombres a los Huesos de Nagga para ser coronado por Tarle, Sumo Sacerdote del Dios Ahogado. Todo hombre capaz de empuñar una espada esta convidado a la coronación y todo capitán es llamado a la Asamblea de Viejo Wyk. ¡Larga vida al Rey Balon!

-¡¡¡Larga Vida al rey Balon!!!- clamó eufórica la multitud.

-En este día queda prohibido el culto a los Siete en las Islas de Hierro. Todo aquel que predique en su nombre será perseguido y ejecutado.

-¡Hurra! - gritó uno de los presentes.

-¡Hurra! - clamó en respuesta la multitud.

-También...- continuó sorprendido el muchacho después de esta muestra de complicidad por los presentes -También se reconoce el derecho de cualquier Hijo del Hierro a tomar tantos Siervos de Sal como desee y pueda mantener, de acuerdo con las Viejas Costumbres.

-¡Hurra! - gritó de nuevo la multitud eufórica.

-¡Por fin recuperaremos nuestra gloria!- se alzó un marinero por encima de la voz de los demás.

-Jernborn- gritaron algunos de los presentes de edad mas avanzada.

-Por último se hace saber, a todos los presentes que la Islas de Hierro se abren al comercio libre, sin taras ni impuestos para la corona. Ofreciendo bienes de todo el mundo desde Volantis a las Islas del Verano. Todo hombre libre será bien recibido, y todo marino encontrará aquí un merecido descanso- el heraldo tomo aire -Estas son las noticias que oiréis en todas las islas. Haced que el todo el mundo las conozca.

-¡Hurra!¡Larga vida al rey Balon!

En ese momento dos pensamientos cruzaron la mente del septón Rohald; decidió que era un buen momento para empacar sus pertenencias y buscar un nuevo lugar para acabar sus días, y deseó que ojala el tal Rey Balon resbalara y se abriera la cabeza.


Última edición por Rey Balon Greyjoy el Lun Abr 28, 2014 8:04 am, editado 1 vez
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Mensaje por Jarl Chedrak Lun Abr 28, 2014 8:03 am

La noche había caído ya sobre los torreones del castillo de Pyke. cuando el sol cayó los guardias entraron en la celda y cogieron al prisionero. Dagmer miraba el cuerpo demacrado del hombre con curiosidad. Apenas podía caminar. Los moratones cubrían prácticamente la totalidad de su cuerpo, sin duda los hombres de capas negras de Balon sabían lo que se hacían.

Sacaron al pobre infeliz al patio de armas. Allí sobre una tarima rodeada de hogueras estaba el rey, Balon Greyjoy. A su lado había un hombre de aspecto descuidado , vestido con algo que parecía más una red de pescar que una túnica. Junto a él había un barril.

-¡Este hombre es acusado de traición!- Clamó Balon ante los presentes.

El prisionero era arrastrado por los hombres de Dagmer y fue subido a la tarima, sus brazos fueron sus pendidos en cruz sobre unos troncos preparados con ese fin, y unos grilletes inmovilizaron sus muñecas.

-¡El enemigo está dentro de nuestras casas!- Gritó uno de los hombres que habían acudido al castillo, pues la ejecución era un acto público.

El condenado miraba a todos lados aterrorizado incapaz de articular palabra. Algunos de los presentes murmuraron, unos decían conocerlo; pero estaba claro por sus facciones que no era uno de los habitantes de la aldea, de hecho no parecía ni si quiera un Hijo del Hierro. Su constitución era bastante enclenque si la compararan con la de cualquier marinero, o guerrero. En las Islas solo hay marineros y guerreros y si no era ninguna de las dos cosas era un traidor.

La gente comenzó a abuchear a insultar al hombre arrodillado cuyos brazos se alzaban ligeramente sobre su cabeza. Él tenía la boca llena de sangre probablemente de las palizas recibidas por los guardias.

-Un hombre del contiene, un espía, un traidor- Balon abofeteó al prisionero - Este hombre se ocultaba en mi castillo, entre mi gente. Delatando nuestros movimientos a los grandes señores del continente- la bota del rey de las Islas de Hierro golpeó con fuerza el estomago del prisionero, obligándole a toser con fuerza, sus quejas eran ininteligibles.

-¡Muerte!- clamó una voz entre los presentes -¡Muerte!

-¡Muerte!¡Muerte!¡Muerte!- comenzó a corear la multitud.

El hombre ahogado pidió silencio, y le cedió la palabra al rey mientras uno de los soldados le acercaba un bulto envuelto en una gruesa tela manchada de ocre.

-En defensa e este hombre del continente, habla su silencio- Continuó el rey -La mano que sujeta la correa de este "perro" es firme, puesto que se ha negado a decir una palabra. Y ha sido castigado por ello.

El prisionero intentó gritar, pero un sonido ronco emanó de su garganta. No tenía lengua.

-Pero la traición debe pagarse- Balon recibió un cuchillo de las manos del Hombre Ahogado.

El rey se situó a la espalda del prisionero, y comenzó a cortar el espacio entre las costillas con la precisión con la que un cazador despiezaría una presa. Las manos de Balon se llenaron de sangre, pero los cortes no eran profundos, tan solo había rasgado piel y músculo.

El sacerdote del Dios Ahogado murmuraba una oración mientras que la multitud observaba la ejecución en silencio. Recogió de las manos del monarca el cuchillo cuando hubo cortado toda la carne entre las costillas y le tendió a Balon un pequeño hacha de combate. Armado de esta forma el rey golpeó secamente la espalda del sentenciado, cortando el hueso donde se unía con su espinazo; y con la otra mano cogía la costilla descubierta del hombre abriéndola hacia afuera. Los gritos roncos rasgaban la noche, como si se estuviera torturando a un animal en vez de a un hombre. Cuando Balon finalizó dos alas de huesos parecían surgir de la espalda del ejecutado.

El hombre aun respiraba.

Balon se retiró hasta el barril y sumergió las manos en su contenido.

- Aquí honramos al Dios Ahogado- comenzó el señor de las Islas de hierro, cuyos ropajes y rostro estaban cubiertos de sangre -que creó a los hijos del Hierro para violar, saquear y grabar sus nombres en sal, acero y piedra. Aunque las antiguas costumbres hayan muerto. Los Hijos del Hierro pertenecemos al océano, así nos hizo nuestro Dios, y nos entregamos a él como nuestro Dios nos enseñó.

-Lo que está muerto no puede morir-  recitaron al unísono los presentes.

Con las manos empapadas en agua de mar se acerco al hombre que se debatía entre la vida y la muerte agotado. y con sumo cuidado extrajo los pulmones de su pecho, por la espalda, y los colocó sobre sus hombres. El líquido salado, cayó por las heridas y sobre los órganos del condenado arrancándole un último grito. El movimiento rítmico y acelerado de los pulmones confirmaba a todos los presentes que seguía vivo; pero no por mucho tiempo más.

-Aquí permanecerás hasta mañana- Susurró Balon agachado junto al rostro del moribundo, pero el silencio permitió que todos los presentes lo escucharan -Y al amanecer tus restos alimentarán a los peces.

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